amanecer

Al amanecer , la fina lluvia besa los recios hombros abrigados de los que siempre madrugan. Trabajadores sin descanso, hechos a duros amaneceres invernales, a desayunos con cerveza tibia, y a acabar la jornada cuando, los animales nocturnos despiertan y , las luces de las poblaciones comienzan a iluminar las vacías calles. Al amanecer, todavía el abrigo de la noche moribunda protege del viento, ese viento que despierta con el rocío y el clarear del día, que mece al trigo espigado y besa a las hojas perennes. Todavía los pájaros duermen al amanecer, Y el silencio es cuna de los campos y bosques, y la oscuridad, ahora tibia y penetrable, se convierte en el preludio de lo que está a punto de comenzar. La inercia se hace dueña de los movimientos al amanecer. Como un titiritero baila con sus muñecos, hechos de hilos y madera. Como un reloj mueve las agujas inexorablemente. Como el pueblo despierta y las fábricas se encienden. Pero al amanecer también se muere. Se muere la otra vida, vivida en el mundo de los sueños, La impoluta luna se ahoga allá en el horizonte, entre las olas y el cielo. Muere poco a poco el silencio. y los ojos insomnes, abiertos durante la oscuridad nocturna, comienzan a cerrarse, a conciliar por fin el sueño. Al amanecer la muerte y el nacimiento, el fin y el comienzo, se unen en un solo instante, y comparten un mismo latido de tiempo. El día y la noche se abrazan en un lento suspiro de segundo y la calma nocturna cede su espacio de pueblos y ciudades, montañas , valles y playas al ajetreo diurno.

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