el perro que aullaba a la luna




Dicen que cuando se oye a un perro aullar

Es porque le está cantando a la luna,

Pero nunca se habló de cuando él le aullaba al cielo,

Cuando le aullaba con la mirada perdida esperando,

Esperando que se alzara aún más hacia arriba su canto,

Para que así le fuera imposible soñar con tocar el firmamento,

Sueño que sabia ilógico, dado que tocarlo significaba saberse feliz.

Y él, por lo poco ke podemos saber, no era feliz;

El mundo se lo había comido, y no contento con eso,

Se atraganto, y después lo escupió.

La vida le paso tan aprisa y tan inconscientemente,

que cuando quiso detenerse, mirar atrás y descansar,

No tenía nada más que sueños robados a una almohada gastada.

Sueños de tocar el cielo con sus manos,

De besar a las estrellas con el alma.

Él, pobre y simple mortal, pobre saco de piel y huesos,

La vida le mostró que las facturas, el trabajo, el odio, y los celos,

Las injusticias, la pobreza, la maldad ajena y la propia,

Eran el único sueño que iba a alcanzar.

A veces ráfagas ilusorias de la felicidad,

A veces quedarse dormido en el vagón,

Le hacían creer que aún era posible no solo aullarle a la luna,

Si no vivir entre sus dunas.

Y amar al planeta tan esplendido ke se debía ver desde allá,

A ese planeta azul, verde y ocre, tan lleno de miseria en el ke vivía

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